
Después de la primera ola de feminismo representadas por las sufragistas, cuya principal reivindicación era el voto femenino que prometía la igualdad política de varones y mujeres, llega la segunda ola de los años 60/70, cuando las mujeres concluyen que es imposible instaurar la igualdad dentro de un sistema patriarcal. Estas feministas plantean las situaciones de opresión específicas de las mujeres y de las instituciones que las mantienen: la maternidad, el casamiento, la familia, la heterosexualidad.
El feminismo de la segunda ola es dogmático y esencializa a varones y mujeres, encerrándolos en categorías binarias que fijan los comportamientos sexuales: pasivas/activos, dulces/violentos, etc.
La tercera ola propone la deconstrucción de la categoría “mujer”, que había sido la referente única y monolítica de una posición feminista supuestamente dominante, bajo la influencia de las teorías de la posmodernidad, como ser el posestructuralismo, el poscolonialismo o el queer.
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